jueves, 24 de febrero de 2011

¿QUE ES DIOS?


¿Quién es Dios entonces?...   Dios es la voluntad generosa que lo ha creado todo, lo único que realmente es, una fuerza inteligente y benévola que desequilibra la nada existente estructurando el universo que conocemos, creó las reglas del juego de la existencia y rige absolutamente todo por medio de ellas.           De él venimos y por causa de nuestro “ego” estamos separados de su obra, empecinados en prestarle atención a lo ficticio que nuestra mente ha creado velando la verdad del universo que nos rodea.
                El no nos juzga, como nosotros no podemos juzgar una de nuestras manos, tan solo nos ama y pone los medios para recuperar nuestra alma para fundirla con sigo, por encima del sufrimiento, de la enfermedad, la muerte y de todas las patrañas imaginarias que hemos creado para mantener esa separación vigente.
                Hay un libro de Michael Ende que puede servirnos para ilustrar la oposición entre el mundo espiritual y la realidad, “La historia interminable” obra que dio pie a dos películas de cierto éxito hace unos años.         En él,  el Mundo de Fantasía necesita de la atención de un niño para evitar su destrucción, pues se alimenta de los deseos y sueños de los humanos, el problema es que cuanto mas deseos formula el protagonista, menos recuerda el mundo real al que pertenece.                           De forma similar ocurre con nosotros, nuestra “realidad” es el mundo espiritual y el Reino de Fantasía es la realidad en la que creemos existir, cuanto mas nos ufanamos en las cosas de aquí, cuanto mas valor le damos a lo que podemos tocar, menos presente se nos hace lo divino de nuestra alma como parte del todo que llamamos Dios.
                Para aquellos lectores de la Biblia, baste con la parte del Génesis donde, en su capítulo 3, se relata la alegoría del Jardín del Edén, cuando Adán desobedece a Dios y come la manzana de la sabiduría, consecuencia de lo cual crea conciencia de si mismo, dándose cuenta  de su yo físico y por tanto debe abandonar el Paraíso, enfrentándose al mundo, sus limitaciones de espacio y tiempo y sus penalidades.  Téngase también en cuenta todas las referencias al cielo por parte de los distintor profetas como un colectivo, comunidad, una ciudad, un grupo, coro, etc. Señal de la necesidad de la pérdida de la identidad propia como condición indispensable para la pertenencia a algo mucho mayor.

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