lunes, 15 de agosto de 2011

LO UNICO QUE PODEMOS ASEGURAR:

Guste o no guste, el mundo material se va diluyendo frente al mundo inmaterial; cada vez más, el dinero, símbolo del materialismo, deja de existir como objeto convirtiéndose tan solo en dígitos en la pantalla del ordenador.               El conocimiento que antes llenaba estanterías y estanterías en las bibliotecas, se convierte en impresiones luminosas en la pantalla, como es este caso.      Hasta aparecen sucedáneos de la propia realidad en forma de video juegos o películas que nos brindan experiencias de vida más acordes a nuestras exigencias particulares deseosas de mayor intensidad de estímulos.   Todo ello provoca que cada vez “lo real” sea menos relevante a nuestros ojos, cambiamos de símbolos, al principio unas piezas de oro que alguien dijo se correspondía a los bienes y servicios para saciar nuestras necesidades, luego unas monedas con la efigie del rey de turno o papeles que dicen corresponderse a su valor en oro y al final tan solo números.            Las propias ideas en un principio representadas por dibujos en las paredes de las cuevas y hoy por complejas combinaciones simbólicas a las que llamamos palabras que ningún parecido tienen con el original; todo es puramente simbólico; hasta la propia realidad no es más que la alegoría de las distintas fuerzas que impresionan nuestros sentidos, el significado con el que nuestro cerebro intenta explicarnos los impulsos eléctricos que llegan desde las cinco ventanas a las que llamamos sentidos una vez filtrado y sazonado con la propia experiencia.   Impulsos que intentamos explicar sin percatarnos que tan solo son representaciones a las que debemos encontrar significado, como si nos preocupáramos mas en descifrar la composición de la tinta que en leer el libro y extraer sus ideas.
¿Entonces?...    Amigo lector, solo puedes estar seguro que estás tú, es de lo único que puedes dar certeza, no como un objeto, si no tan solo como mente y en ese espacio ininteligible e imaginario se genera todo el potaje que tan real te parece al que llamamos existencia.                  Aparentemente y ya entro en el campo de mis propias elucubraciones, hay otro ingrediente “el resto”, “el todo”, impulso constante que, a nuestra percepción, va tomando diferentes formas en función de los intereses del amo y señor de la realidad “el ego”, tirano que a su vez es el velo tras el cual percibimos todo, cáscara que nos mantiene separados del “resto” y por tanto nos confiere el título de identidad independiente y a su vez nos limita exclusivamente al interior de lo velado, privándonos del infinito del todo, cortina que censura e interfiere las fuerzas exteriores según su conveniencia con la intención de hacerse cada vez más fuerte y dominarnos cada vez más, separándonos más del “todo”.
                ¿Y para que todo esto?. La intención es clara, separar una porción del “todo”, limitarla a las fronteras del ego; desconozco el motivo de este juego; pero el final de la partida es cuando se derriba ese muro, sea por medio de la muerte o por una superación consciente de las limitaciones; dejar de existir y diluirnos con el todo infinito al que pertenecemos liberados de nosotros mismos, nuestra inteligencia, memoria, sabiduría, personalidad y todo aquello que nos limita al mantenernos recluidos en el “yo”.

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