viernes, 15 de febrero de 2013

El libre albedrío



Muchas religiones, entre otras las judeo-cristianas, basan sus principios morales en “el libre albedrío”, es decir, el hombre es castigado por su creador a causa de sus decisiones erradas, existiendo, no obstante algunos métodos más o menos complejos para  la redención de  las culpas de cada cual.
 Pero….. ¿realmente tiene el hombre “libre albedrío”? o es quizá un método de represión de los propios hombres, un sistema más potente y sofisticado que el de la ley terrenal, Un instrumento con el que controlar hasta el pensamiento del individuo haciéndolo responsable de sus acciones.
No tenemos nada nuevo de que hablar sobre la importancia de nuestro material genético en nuestros actos, la educación también pesa en nuestras decisiones, incluso condiciones ambientales o cualquier otra influencia externa, hambre, frio, miedo puede llevarnos a tomar una u otra opción por encima de nuestro propio criterio; ¿somos realmente libres entonces?.
En definitiva, la respuesta es muy compleja y depende más de lo que consideremos realmente como libertad y el grado de sinceridad con el que nos miremos al espejo.
Estaremos de acuerdo en que todos los seres vivos estamos hechos para recibir satisfacción y para rehusar el dolor, una planta crece hacia el sol buscando la satisfacción que le facilita la fotosíntesis, ¿si no fuera así crecería?, un perro da siete vueltas antes de tumbarse buscando la postura más placentera, ¿si no fuera así se movería?; incluso nuestros actos están condicionados por la búsqueda del placer y la huida del dolor.      ¿Por qué voy a trabajar entonces?, por la promesa de la satisfacción del dinero a fin de mes; ¿Por qué hago actos altruistas, hago favores o doy limosnas a extraños?, porque sé que obtendré una gran satisfacción tras mi acto generoso.           Dos fuerzas mueven nuestros actos como los de cualquier ser vivo, la que tira de nosotros “placer” y la que empuja “dolor”; son los dos alambres que nos mueven como marionetas, por ellos Dios dirige hasta el último de nuestros actos, por ellos respiramos, comemos, dormimos, tenemos sexo y cualquier acción o decisión más o menos compleja que se nos ocurra, meditada o no; O, ¿es que acaso pensábamos que “el creador” iba a permitir que su creación perfecta quedara en manos de un ser tan irresponsable como el hombre?.           Somos, queramos o no, herramientas de su voluntad y aunque nos parezca que hacemos lo que nos da la gana, “ni una brizna del campo se mueve sin la voluntad de Dios”.
                Naturalmente, para los necios que creen que esto es una maravillosa excusa para justificar sus barbaridades, existen las leyes de los hombres que amenazan con “dolor” a aquellos que pretenden pasarse de listos, de alguna forma hasta a esos Dios los tiene muy bien sujetos.

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