domingo, 3 de julio de 2011

EL AMOR, FUERZA VITAL DEL UNIVERSO

En esta ocasión voy a plantear una idea que puede tener cierta relación con el mensaje que descubro en el éxodo referente a la alimentación del pueblo judío mientras atravesaba el desierto.     El Maná que día a día caía del cielo, alimento sabroso que cubría las necesidades de los hebreos y que se dañaba si intentaban conservarlo por si faltara al día siguiente;  como es de suponer, a nadie le interesan las aventuras y desventuras de unas tribus nómadas judías mas allá de lo puro anecdótico, pero leyendo detrás de las letras, como ocurre con casi todos los libros de la antigüedad, podemos encontrar un sentido específico referido al mundo espiritual.
Dios, El creador, Jehová, etc, etc. Domina y es el mundo espiritual, mundo al que pertenece nuestro espíritu como creación del ser supremo, creador por influencia del “Ego” a su vez de este engaño al que llamamos realidad y que quedó claro que está dominado por nuestra percepción, desconozco a que nivel.
Del creador emanan constantemente fuerzas que mantienen absolutamente todo (maná), como si fuera el bombillo que mantiene, por su luz, visibles los objetos de la habitación y por tanto los hace existentes; naturalmente esas fuerzas, las emociones, pertenecen exclusivamente al mundo espiritual (el único que realmente es) y tan solo pueden penetrar en lo que llamamos realidad (nuestro sueño) a través de nuestro espíritu, no tomando cuerpo pero dándole forma a lo que nos rodea; es decir, no somos generadores pero si transmisores de emociones hacia este lado de la existencia en el que tenemos concentrada nuestra atención.
Puede que una de nuestras razones para existir sea precisamente el transmitir esas fuerzas desde el mundo espiritual a la realidad, somos un canal, como el propio bombillo del ejemplo anterior, no generamos la luz pero si transformamos la electricidad en energía luminosa haciéndola así útil a nuestra percepción.
Tómese nota de que solo podemos dirigir las fuerzas, desviarlas, pero no anularlas, crearlas,  y mucho menos acumularlas, puesto que atesorarlas supondría un embozo, tapón de consecuencias muy graves para nosotros, insatisfacción, infelicidad, enfermedad y muerte. Sería como solo aspirar, solo comer, solo beber sin drenar los fluidos una vez procesados por nuestro organismo
Una de esas fuerzas, quizá la única es el amor, amor que refleja desde un objeto a otro descubriéndonos sus cualidades mas maravillosas, amor que podemos desviar hacia los demás, seres, vivos o no y recibirlo, tanto desde lo mas profundo de nuestro ser como de nuestro entorno como reflejo, pero jamás debemos evitar que nos invada y vuelva a salir de nosotros, puesto que forma parte de la fuerza vital de la creación y nos reventaría como a una tubería que no permite pasar el suficiente caudal de agua.

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